78. El tejo y la caza paleolítica con armas envenenadas

    * “La invención del arco representa un cambio significativo en la relación entre el cazador y su víctima. La muerte podía llegar a partir de entonces desde cualquier parte y a mayor distancia, y por eso los animales probablemente aprendieron enseguida que había que aumentar notablemente la distancia de seguridad con el hombre. Ya en aquel entonces, los mejores arcos, los más potentes, se hacían de madera de tejo y este material seguiría siendo durante siglos la mejor elección para estos usos. La misma madera proporcionaría también flechas y astiles de lanza.

    A estas cualidades hay que añadir otra no menos importante: su empleo como veneno. Se creía que la potencia letal del tejo era tanta, que podía llegar a matar a quienes duermen o comen bajo el árbol, tal como cuentan Plinio (Historia natural, XVI, 4º) y otros autores clásicos. […]

    La caza con flechas o astiles con puntas envenenadas (de tejo) y los cebos emponzoñados, parecen estar representados con asombrosa exactitud en las cuevas y los abrigos prehistóricos, pese a que las interpretaciones que se han dado a aquellos motivos sean bien diferentes. Resulta curioso que estas representaciones que tienen milenios de antigüedad se encuentren precisamente en el área geográfica atlántica, donde el culto al tejo ha sobrevivido hasta nuestros días con muy diversas manifestaciones culturales o religiosas. Es una elocuente demostración de la sucesión de distintos cultos y tradiciones en los mismos centros sagrados, por siglos y siglos, desde tiempos inmemoriales. […]

    Cuando se conoce el árbol, resulta perfectamente reconocible el trazado de una rama de tejo con sus hojas aún siendo muy esquemático. No en vano estas hojas guardan una sorprendente linealidad y una disposición perfectamente simétrica y ordenada, hasta el punto que podríamos representar este árbol entre otros cien de nuestro ámbito geográfico con unos simples trazos lineales y serían identificados por cualquier persona familiarizada con los árboles. El nombre científico del género, taxus, viene del latín taxus taxis (hilera), en alusión a ésta disposición característica de las hojas. Ciertamente otros autores opinan que realmente proviene de tóxikos (veneno)

    […] Creemos que las figuras ramiformes que aparecen en las cuevas representan en buen número de casos el hecho de haber cobrado una pieza con arma envenenada. Vemos así que, en unos casos, el animal aparece con lanzas o astiles clavados y en cambio estas armas se ven reemplazadas en otros casos por los signos ramiformes. Como si una saeta, flecha, dardo o lanza envenenada hubiera servido para cobrar el animal. Así parecen indicarlo, como decimos, las numerosas figuras que aparecen en las pinturas rupestres de Francia y del norte de España en las que se dibuja un ramito esquemático que parece una representación muy expresiva del tejo.” Ignacio Abella, “La memoria del bosque”