* “Creo que hay tres cosas básicas importantes para recuperar el útero. Una es el propio orgasmo, sea cual sea su origen, que siempre se opone a la coraza y propicia la reconexión. A fuerza de latir, el útero deshace la tensión y pierde el estado de rigidez, y a fuerza de expandir el latido de placer acaba por alcanzar nuestra conciencia, nuestro neocortex. El orgasmo es la principal vía de rehabilitación del útero.
[…] La segunda cuestión básica para la recuperación del útero, es el cambio de actitud en general ante el placer. Es necesario, sobre todo para las mujeres, cultivar (en el sentido de hacer verdadera cultura) el reconocimiento de la función orgánica del placer […] Como todo lo que se produce en el cuerpo, el placer no se produce porque sí, sino que tiene una función de regulación fisiológica y psíquica. […] Sin el placer no es posible la percepción corporal ni la reconexión. Sin el placer el cuerpo se queda despiezado. Reconocer el placer es soltar la inhibición inconsciente y automática, socialmente adquirida.
[…] Hay que recuperar el lenguaje del placer que hace referencia a las pulsiones, a las conexiones, y a sus procesos de expansión. […] El lenguaje del placer nos sirve también para contar a nuestras hijas como es nuestro útero. […] En el Neolítico europeo eligieron como símbolo la rana, no por casualidad, sino porque su cuerpo palpita de una manera muy ostensible […] en otras culturas precolombinas de América también la rana representaba el útero. Podemos hablar a nuestras hijas de la ranita que tenemos todas las mujeres en nuestro vientre. Y decirlas que no hay que contener ningún movimiento que nos de gusto o placer, para que la ranita viva, respire y palpite.” Casilda Rodrigañez, “Pariremos con placer”
* “Tenemos que recuperar con nuestras hijas las verdaderas danzas del vientre, para que cuando lleguen a la adolescencia no tengan reglas dolorosas, sino que se sientan en ese estado especial de bienestar similar al de la gravidez. […] Poner imágenes del útero en nuestras habitaciones, y con la mano sobre el vientre, mirarlo. […] Y cuando venga la regla, visualizar, como las mujeres de la India, los pétalos de una flor desplegándose. […]
Hay unos ejercicios, conocidos como ejercicios Kegel', que se recomiendan para ejercitar los músculos pélvicos y el placer durante el coito […] lo cierto es que también ayudan a recuperar la percepción de los músculos uterinos. […]
En zonas remotas de Arabia Saudí, la mujer que esta de parto se ve rodeada de mujeres que bailan la danza del vientre, hipnotizándola con sus movimientos rítmicos ondulantes para que también ella se mueva a favor del cuerpo en lugar de moverse contra él. Detrás de la famosa danza del vientre, está, aunque nos la hayan ocultado, la danza del útero, que se practicaba desde la infancia en los tiempos anteriores a la condena de la sexualidad de la mujer.” Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”