92. La cueva como lugar iniciático

    * “Es sabido que todo/a machi (chamán mapuche) para ser iniciado en su sacerdocio debe pasar por una serie de pruebas rituales que, de aprobarlas, lo cualificaran para la función. Estas pruebas se hallan presentes a lo largo de un viaje místico, e implican sin excepción un descenso al mundo inferior y la muerte simbólica del candidato, para ascender posteriormente a la región celestial o superior con un segundo nacimiento en un estado trascendente del Ser, volviendo finalmente al Mundo Medio, el de los humanos. […]

    El/la machi realiza físicamente el viaje al mismo tiempo que lo emprende espiritualmente. El traza físicamente el camino y sus vicisitudes, a la par que lo recorre en los niveles espirituales, creando así una cartografía cósmica que le servirá para regresar sin extraviarse en caso de no llegar a su meta, o para que los futuros discípulos puedan seguir este hilo de Ariadna en su realización espiritual. […] A veces estos mapas son tridimensionales: esculturas, maquetas, p'raprawe, etc. Este es el significado de las pinturas rupestres con forma de rastro de pisadas, humanas o zoomorfas. […]

    El viaje también puede ser un recorrido a través de la multiplicidad de estados del Ser manifestado (espíritu), el cual queda reflejado en las tramas genealógicas: genealógicas sí, pero ontogenéticas y no filogenéticas. Es decir, no son antepasados sino el mismo Ser (espíritu) en anteriores manifestaciones existenciales (no se debe confundir a ésto con la reencarnación).

    Usaré una metáfora, si bien alejada de la realidad nos será útil. Imaginemos que retrocedemos en el tiempo y que en pocos segundos pasamos de la vejez a la madurez, de la juventud a la niñez, del parto al feto y de éste al embrión.

     Cada una de estas etapas de vida son distintas modalidades existenciales o manifestaciones de un mismo ser (espíritu) y todas ellas están unidas por un hilo invisible, a través del tiempo y del espacio, que nos permite conservar nuestra identidad. Ese hilo somos nosotros mismos.

    Ahora bien, si nos pudiéramos remontar a otras modalidades o estados, de ese mismo espíritu, pero anteriores al embrión, tendremos entonces la trama genealógica. Si seguimos hasta el final nos encontraremos lógicamente con el espíritu (Ser) propiamente dicho, origen de las modalidades recorridas.

    Hemos reunido lo disperso, lo manifestado, de nuestro ser. Nos hemos reintegrado a la fuente de nuestras múltiples existencias.

    Recorriendo este sendero en sentido inverso, o sea desde el espíritu hacia nuestro actual estado humano, pasaremos por una serie de estados no-humanos anteriores al embrión o posteriores a la muerte, que simbólicamente se representan en la cultura mapuche como vegetales o animales.” Aukanaw, “La ciencia secreta de los mapuches”