76. La pesca del salmón

* “En algunas lenguas nativas de la costa Noroeste (Canada) la palabra para pez era sencillamente la misma que para salmón. El salmón era el pez y, de hecho, la fuente alimenticia tan importante para los indios como el pan para los blancos. Aunque este pez grande, fuerte y de aguas profundas vive en el mar durante varios años, nace en realidad en agua dulce. En los meses de verano, una hembra de salmón lista para poner los huevos localizaba la desembocadura del río en cuya cabecera, en aguas poco profundas, había nacido.

    Entonces daba comienzo un viaje contracorriente que podía ser de hasta 2.400 km., recorriendo tal vez de seis a ocho kilómetros diarios sin volver atrás jamás. Si encontraban una roca, una presa o una cascada, doblaban sus largos cuerpos (de 60 a 90 cm.) y saltaban por encima y quien pusiera una trampa o una red con la boca abierta en dirección río abajo puede ver a veces que se llena en unos minutos. Incluso sobre la tierra, los salmones no se dan por vencidos y mueren como hacen otros peces más débiles. Saltan como gatos salvajes en la red y hay que matarlos a golpes.” Colin F. Taylor, “Vida de los nativos americanos”

 

    * “Todos abandonan el campamento y se dirigen hacia el río, llevándose únicamente algunas pieles para dormir más cómodamente. Una vez allí, los hombres plantan al sesgo, en el curso de agua, sus varas robustas, formando un ángulo obtuso en el sentido de la corriente. Los encañizados son dispuestos encima con otros tallos entrelazados para consolidar el conjunto. Algunos piquetes son plantados en el extremo perpendicularmente a los primeros. El conjunto forma una especie de X con una rama muy larga y a ras del agua. Los salmones, al saltar por encima de todo lo que molesta su avance hacia las fuentes de los ríos, al encontrar estas barreras casi horizontales, saltan sobre ellas… cayendo lamentablemente sobre los encañizados donde son retenidos.

    […] Un pequeño campamento improvisado se organiza a lo largo del río y se empieza a trabajar. Los hombres, armados de recios arpones de asta de reno o de hueso, hostigan sin descanso a los salmones que pasan y los peces que escapan son atrapados más lejos, en los entramados de madera. Allí, mujeres y niños los cogen y los arrojan sobre la orilla. Se organiza un verdadero taller de despiece: las mujeres matan a palos a los peces, retiran la espina dorsal, cortan la cabeza, rasgan el vientre, desechan las entrañas y ponen los grandes filetes a secar sobre braseros, durante mucho tiempo.

    Por espacio de varios días, continúa el avance de los salmones y, durante varios días, hombres, mujeres y niños pescan, conservan... y comen pescado. Finalmente, regresan al campamento, con paquetes de pescado seco, suficiente para alimentar a la gran comunidad una parte del invierno.” Jaques Debu-Bridel, “El enigma de la epopeya del sílex”