71. Rituales propiciatorios de la caza

    * “En lo que va de década los arqueólogos rusos Hizri Amirjanov y Serguei Lev han encontrado en el yacimiento de Zaraysk, a 155 kilómetros al sureste de Moscú, dos figuritas de mujer, un bisonte con las patas rotas deliberadamente y otros objetos cónicos tallados a partir de colmillos de mamut que conforman un raro y preciado tesoro para poder entender la dimensión artística y espiritual de nuestros antepasados. La revista Antiquity acaba de publicar estos hallazgos, una caja de sorpresas de la paleontología rusa destapada en 1980, dónde se acumulan restos de una antigüedad de entre 22.000 y 16.000 años. […] El significado del hallazgo reside en su rareza. No se trata de herramientas, que los arqueólogos encuentran a menudo en yacimientos de este tipo, si no de la manifestación de una cultura espiritual, asevera Amirjanov. […] La joya del descubrimiento es un bisonte de marfil de mamut cuyo uso como objeto religioso ha sido documentado por los arqueólogos. Amirjanov explica que la figura era utilizada como tótem en rituales mágicos anticipatorios antes de la cacería: primero imitaban la caza de la estatuilla, le rompían las patas, le pintaban el pecho con ocre rojo y luego escenificaban su funeral: Excavaron una fosa de 60 centímetros de diámetro y 80 de profundidad, en cuyo fondo construyeron un pequeño altar en el cual colocaron la estatua y después la cubrieron con tierra, explica el arqueólogo.” Daniel Utrilla, “Descubren en Rusia esculturas del paleolítico fabricadas con colmillos de mamut”

 

    * “Los tungús (Siberia) atribuyen a todos los animales almas individuales protectoras, así como espíritus colectivos protectores vinculados a cada especie (Soberanos o Soberanas, Señores, etc.), que reinan sobre la caza y cuya disposición favorable deben conseguir los cazadores realizando con exactitud los ritos de caza para que ésta se vea coronada con éxito (mayin, mayun). Los chamanes tratan con estos poderes insuflando almas de animales en figurillas de madera de corteza de abedul u otro material, y disparando acto seguido sus flechas contra esas trampas de almas. Se cree que luego el cazador alcanzará a su presa en el lugar mismo en que la flecha del chamán haya alcanzado a la figurilla. […]

    Para los samoyedo (Siberia) los animales tenían un alma o varias, exactamente igual que el ser humano. Para tener éxito en la caza, el chamán acudía a los lugares sagrados del gran bosque con el fin de recoger, de los espíritus que allí reinaban, las almas de los animales. Posteriormente las reproducían en figurillas de madera que servían de trampas de almas.

    Los dolgan (Siberia) atribuían a los animales, como a los humanos, un alma sombra (Kjuljuk), que les acompañaba siempre y les protegía en todo como su doble espiritual o su sosia. Este alma protectora del animal era el señor (aiji) de la criatura viviente y el chamán (oijn) debía capturarla antes de la caza para que los cazadores pudieran abatir al animal.” Ivan Paulson “Las religiones de los pueblos árticos”